
En esencia aquellos motores tenían una gama de potencia
limitado a un abanico entre las 7.500 y las 10.500 revoluciones por minuto.
Tenían una potencia de 85 caballos con patas cortas que requerían revolucionar
el motor para obtener unas prestaciones artificiales para un motor de 600
centímetros cúbicos. Era el trote rápido y acelerado de un asturcón.
Frente aquellos motores estaban los que tenían caballos de
patas largas. Tenían menos potencia nominal y no requerían elevar las
revoluciones del motor hasta los cinco dígitos, teniendo un abanico de
prestaciones más amplio desde regímenes más bajos que no comprometían ni la
mecánica ni la seguridad. Era el trote de un caballo de raza española.
Sin menospreciar ninguna de las dos razas, pues sólo se
citan a modo de ejemplo, España se ha convertido en un caballo de patas cortas,
fruto de la negación, la posterior minimización y la falta de actuación ante
una crisis que nos ha llevado a trotar aceleradamente en el convencimiento, por
parte de quien nos gobernaba de que, derrochando energía en ese trote de patas
cortas, nuestro país y nuestra economía saldría antes de la crisis.
La realidad se ha encargado de demostrar que ese derroche de
energía, en forma de recursos públicos, sólo ha servido para agudizar aún más
nuestros problemas en forma de déficit y que la solución no pasa por seguir
revolucionando nuestro motor en nombre de un crecimiento acelerado de patas
cortas, sino que debemos afianzar nuestra cabalgada haciendo girar nuestro
motor en un abanico amplio y real de funcionamiento, aprovechando los recursos
públicos con eficiencia, con unas bases solidas basadas en la austeridad y las reformas estructurales, como un motor con caballos de patas largas.
Asturias afronta su “convocatoria de septiembre” ante el
Consejo de Política Fiscal y Financiera en el que debemos presentar un plan
económico-financiero creíble que ajuste 616 millones de euros en el presupuesto
regional. Ello obliga al nuevo Gobierno de Asturias a administrar su pasado más
reciente, con una verdadera cura de humildad, que debe llevarle a reconocer la
realidad -en un acto de honestidad- de que el tiempo del sistema clientelar,
mastodóntico y despilfarrador, que en doce años construyeron los gobiernos
socialistas en nuestra región, ha pasado. Ha pasado el tiempo del motor con
caballos de patas cortas.